domingo, 12 de enero de 2014

UNA PUTA HISTORIA...

Hoy estaba en un esquina de la plaza Luna esperando a un amigo y se me acercó, "guapa" me dijo, le contesté educada mientras trasteaba en el móvil las redes sociales… no lo había entendido, quiso entablar conversación y me di cuenta… pensaba que era una fulana. Sí, me han confundido con una puta, al principio te ofendes, te extrañas, ¿pero por qué no? ¿qué diferencia hay entre ellas y tú? ¿y yo??. 
Las dos con abrigo abrochado por el frío, labios rojos, que de toda la vida han sido de putón y hoy son de moderna, mechas rubias en el pelo e indiferencia en la mirada, conquistando una esquina con mi cuerpo, como un colono iza una bandera en su territorio. 


Contestando a un hola guapa, inofensivo a la par que lascivo. Mirando a los ojos… El momento idóneo, la actitud precisa, las palabras exactas y la esquina perfecta, una más entre una decena de ojeras que recorren Desengaño y con desengaño las calles, ojeras de resaca de sábado o de vida, una puta entre las putas esquinas de Madrid, que diría Sabina, con la falda muy corta y la lengua y las noches más largas. Cansada de nada y dispuesta a hacer todo. Por dinero, por desidia, porque sí, porque no hay salida entre salidos, ni manos vírgenes que no hayan tocado entrepiernas.




Entre y salga señor, a su gusto, a su medida. Herida, de hostias en la cara y en los días. A mediodía o a las 9 de la mañana, entre niños y señoras que añoran a sus maridos. Que se quedan conmigo cuando ya no hay contigo y sin mí. Mirando de reojo, buscando presa como una pantera de piel sintética y print de leopardo. Plástico en los zapatos y mirada plastificada como los condones, de usar y tirar a todo lo que se mueve. Y con movimiento sibilino silbas y te escucho, acudo y te la sacudo, dejando mancha, porque si yo me mancho las ganas, tú te jodes y me jodes. En un baño del garaje subterráneo, más cerca del infierno, ahí abajo entre tus rodillas y con las mías clavadas en el suelo. Consuelo, es lo que ya no queda cuando me das la pasta. Hasta por cinco euros, lo que cuesta un paquete, el que te toco mientras retiro la boca, con poca ropa. O vestida hasta la cintura, dura, así la tienes, frente a la blandura de mis tetas… que me estrujas, bruja, la que tienes en casa, la que me mira por encima del hombro y se arrodilla a besarte un culo usado y tu dices que es vado. Mentira, no te la tiras. Y vienes a mí a por la comida, que no te llevas al curro. Susurro, porque me lo gritas, te hago caso, es un trato, maltrato. Mal trato el que hacemos, yo me doy y tú me quitas, santa Rita, sin Santa y con guita. Medita, como lo he hecho yo hoy, cuando en una esquina me han confundido con una puta. 

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